lunes, 12 de enero de 2009

Nieve!!

Hacía más frío que nunca y me dispuse a sobrellevar esa angustia polar con un par de edredones nórdicos. Enfundada en mi particular palacio del calor y encogida sobre mis piernas pasaba aquellas bajas temperaturas que ni siquiera la calefacción era incapaz de cesar.
Me desperté un día más en aquella ciudad que empezaba a aburrirme y comencé mi rutina diaria ajena a la estampa invernal que aquella ola de frío polar nos había regalado. Al abrir la persiana apareció: la nieve. Era precioso.
Ya sea por mi poco afán a viajar o por venir de una ciudad que no conoce una temperatura inferior a 8 grados, nunca había visto nevar. Al igual que los castizos de la España profunda no ven el mar, yo a mis 24 años no había visto nevar.
La ilusión se apoderó de mí y como cualquier niño comencé a hacer palmas al vacío y a emitir pequeños grititos que terminaron por contagiar mi ilusión a mi extraño compañero de piso el flamenquín.
Me dispuse a adentrarme en el inhóspito y desconocido mundo de la nieve, puse en práctica las grandes lecciones que me habían enseñado los viajes a la sierra en mi niñez y en menos de 15 minutos había conseguido hacerme con mi atuendo para la nieve.
Cinco leotardos, seis camisetas, guantes, gorro y botas me permitieron no sólo conocer de cerca la nieve, sino que me dieron la oportunidad de sentirme como una cebolla.
Convertida en cebolla e implorando a flamenquín para que se diera prisa, baje los 100 escalones que me separan de la calle a toda velocidad, somo si la nieve fuese a desaparecer en cuestión de segundos.
Una vez en la calle corrí, salté, reí y grité. Nevaba con fuerza y yo sólo quería que los copos de nieve fueran a parar a mi gorrito rojo y que todo el mundo viera que había nevado, como si la estampa invernal que ofrecía Madrid aquella mañana no fuera suficiente.
Nunca había sido consciente de la magia de la nieve, los copos suben y bajan y todo parece para a su alrededor, nos es otra cosa que magia ¿Que puede ser sino?
Aquella mañana todo el mundo hablaba de la nieve, de cómo Madrid se dio un respiro y la nieve nos envolvió en su magia.

1 comentario:

  1. Ay mi Crispi!!!! Si es que esa eres tú, así de feliz con cualquier cosa, aunque a primera vista parezcas una pija que necesitas unos Manolos para sonreir, a los que de verdad te conocemos nos dejas momentos entrañables a diario. Me hubiera encantado verte por una ventanica jugar con la nieve perfectamente aconjuntada con tu gorro rojo. Será que en Murcia no había nevado... pero los días de tu visista te noté fría y triste, y como te dije, tue la sensación de que habías cambiado. Pero cuando te leo... sé que no. Y te echo de menos..

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