viernes, 24 de julio de 2009

Pon un novio hippie en tu vida!!

Dicen que tras las vacaciones se producen el mayor número de divorcios y rupturas de pareja. El exceso de tiempo juntos hace que desvaloremos las virtudes y ensalcemos los defectos que hasta ahora creíamos inexistentes. Así que, desencantados tras el exceso de horas conjuntas de playa y borracheras a pachas, decidimos reemprender nuestras vidas en solitario.
Por suerte, este no va a ser mi caso ¿o sí? no sé, lo cierto es que este verano mi novio ha decidido ser hippie. Sí, hippie, esos soplagaitas de paz y amor que se colocaban flores en la cabeza y gafas diminutas de colores y que alardeaban de un estilo de vida libre cuando lo que en realidad eran unos gandules.
Pues bien, mi novio ha decidido volverse hippie, por lo que no tendré que preocuparme porque el exceso de tiempo deteriore nuestra relación ya que ahora somos almas libres que no necesitan verse con tanta asiduidad porque, claro está, mi novio es hippie.
Así que nos limitamos a vernos, con suerte, una vez por semana y llamarnos de vez en cuando para preguntarnos que tal nos va la vida. Las conversaciones no suelen prolongarse más de cinco minutos por lo que mi factura de teléfono ha bajado considerablemente, lo que me ha permitido ahorrar algo de dinero que no gastaré en un viaje con hotel porque mi novio es hippie y como tal un alma libre que no está atada al capitalismo.
Además, discutimos menos. Yo me limito a preguntar y él contesta con tres respuesta básicas: 1) Porque soy hippie, 2) Estoy raro y 3) No me agobies. En alguna ocasión, sus respuestas evolucionan a lo que podría considerarse un atisbo de reflexión, entonces aparece una posible cuarta respuesta: 4) Estoy raro ¿no ves que soy hippie? No me agobies. ¿Quién puede discutir con argumentos tan convincentes?
Pero aunque seamos almas libres nos resptamos y mantenemos fidelidad y, por supuesto, relaciones sexuales ¿y por qué? porque los hippies también tienen libido.
Así que este verano no veré tanto a mi pareja, no discutiré y seguiremos manteniendo relaciones. Tengo que decir que soy afortunada, porque este verano no deteriorá mi relación y todo se lo debo al estilo de vida hippie de mi novio. Desde aquí hago un llamamiento a todas esas mujeres que temen que el verano estropee sus relaciones "Pidánles a sus novios que se vuelvan hippiepollas".

lunes, 20 de julio de 2009

¿Cuándo desaparecerán? Me temo que nunca

Nunca creí que el amor pudiera realmente marccarnos, inconscientemente, o quizá consciente, siempre tuve la certeza o la irónica creencia de que el amor, como todo, pasa, con mayor o menor protagonismo, pero al fín y al cabo, pasa.Nos enamoramos, nos dejan, sufrimos y lo superamos, o quizá nos emoramos, dejamos y sufrimos por querer volver o simplemente volvemos a superarlo sin más. Es la misma historia que se repite una y otra vez, sólo cambian los personajes y los escenarios, nuevas versiones de una misma historia.Cuando tenemos tantos ex-amantes como muñecas en nuestra época de niñez, tendemos a clasificarlos en grupos y diferenciar entre los que nos hicieron daño (a los que solemos denorminar como cabrones) y a aquellos a los que nosotras hicimos daño (éstos suelen ser muy buena gente). Cabrones o no, sólo son etapas de nuestra vida que nos enseñaron a madurar y a enfrentarnos al amor, y porque no al mundo, de una manera diferente.Fue mi amiga Marisa, insuperable fuente de sabiduría y de largas charlas telefónicas, quién me hizo replantearme mi gran teoría del amor. Marisa, a quién también me gusta llamar Mariseta, escogió esta semana la siguiente frase para ilustrar su nick del messenger: "Mírala, de tanto imaginar, desear, sentir, soñar, AMAR... le han salido manchas ¿Y cuándo desaparecerán? Me temo que... nunca".Tanto me gustó esa frase que me apropié de ella y ahora adorna mi nick, pero luego a la noche, como de costumbre, me quedé pensando en todo y en nada, y esa frase se paseó por mi cabeza como si qusiera convertirse en la respuesta a mi teoría del amor y entonces me pregunté ¿realmente nos marcan? y me di cuenta de que no, que mi teoría del amor seguí teniendo mayor validez que aquela emotiva y ñoña frase. Regocijándome en el placer de la verdad absoluta que en aquel momento poseía, una gran cicatriz desvarató mi felicidad efímera. Me quedé absorta observando aquella enorme cicatriz que decorá mi tobillo izquierdo y recordé que era la herencia de un viaje a Valencia que hice con uno de mis ex.Poco a poco, y como todo buen médico en una observación a su paciente, fui descubriendo un sin fín de cicatrices y marcas que asociaba a una aventura amorosa, de una en una fui recordando a cada uno de mis lios y sus respectivas marcas en mi. Así, hasta la última de todas, mi esguince. Asocié cada uno de estos pequeños defetos a una historia y comprendí que al amar nos marcan, que aquella frase era verdad. ¿Y cuándo desaparecerán? Me temo que nunca.