viernes, 27 de noviembre de 2009

¿Quién es Tavi?

El mundo de las tendencias siempre ha estado liderado por periodistas mordaces y fashion victims aventajadas, capaces de adelantarse a la moda y a la realidad con la que se concibe.
Mientras el reinado de Anna Wintour parece estar llegando a su fin, una nueva era de pequeños dioses, vanidosos y egocentristas, de las nuevas tecnologías se acoplan a las puertas del maravilloso mundo de la moda para quedarse.
De sobra es conocida la conspiración que tales personajes planean para acceder a ese mundo de glamour y éxito. Conspiración de la que los grandes diseñadores se han percatado y, por ello, no es de extrañar ver a estas nuevas caza tendencias en el front row de los mejores desfiles. La sorpresa llega de la mano de la pequeña Tavi.
Tavi Gevinson es una adolescente que decidió contar su vida y milagros desde la bella y hermosa perspectiva de la moda en su blog
style rookie. Tavi combina estilos vintage con pequeños sombreros estrafalarios, ropa sobretallada acompañada de complementos que dan una nota de color sobre una indumentaria en muchas ocasiones desafortunada e incoherente para una niña de su edad. La figura de Tavi Gevinson, junto con sus estilismos, es la de una preadolescente que bien parecería sufrir un trastorno grave de la personalidad.
Cuando observo a la pequeña Tavi, en conjunto, no puedo evitar recordar a Isabelle Fuhrmann, la protagonista de la huérfana y aquella historia de ficción. Cuesta creer que una niña con tan sólo trece años disfrute de Iggy Pop y tenga tantísima influencia sobre la moda. ¿Nos encontramos ante una nueva estrategia publicitaria? ¿Quién es realmente Tavi Gevinson? Numerosas portadas, entrevistas, desfiles… se ha convertido en un personaje más de la alta sociedad, pero… ¿Por qué?

martes, 17 de noviembre de 2009

Lo delicado de mis zapatos

Ayer tras mi pseudo jornada laboral diaria, llamémosle trabajo, decidí apagar la gula que me produce con un maravilloso helado del gigante yanquee rojo y amarillo. Degusté de esa basta ingesta de calorías junto a mi nueva personilla Ana y tras una hora despotricando a la totalidad de los hombres que plagan la ciudad nos despedimos hasta otro día.
Me volví a casa caminando, como suelo hacer, como hago siempre y atravesé, campo a través, esas calles que se asimilaban a las de cualquier ciudad en plena guerra de antaño. No eran zanjas para las tuberías sino trincheras repletas de armamento y las excavadoras emulaban a los tanques de la II Guerra Mundial. Corrí a través de aquellos terrenos fanganosos cuando el ruido de lo que podría ser una metralleta me despistó y… ¡Mierda! Allí estaba yo con aquel maravilloso tesoro que eran mis botas de ante llenas de cemento. Maldije la obra, maldije al alcalde, maldije a los 300 euros que me gaste hace un año en esas botas y me enfurrusqué en mi misma.
Ya son casi nueve meses de obra, parece que daremos a luz a una nueva y hermosa ciudad, pero lejos de ellos nos encontramos calle arriba calle abajo con el suelo levantado y mis zapatos no resisten el trasiego de la grava y tras varias torceduras de tobillo y muertes de mis zapataos más preciados rescato del fondo del armario aquellas maravillosas bailarinas de 11,95 euros que son el musn’t have de cualquier celebritie. Ya no me tuerzo el tobillo, por lo que la hinchazón crónica de mi pie derecho ha disminuido considerablemente, sin embargo las tercermundistas suelas de mis bailarinas se dejan atravesar por cualquier objeto punzante y molesto que haya en el suelo.
Por si fuera poco el polvo me amenaza a cada paso y cuando no lo resisto más estornudo con cuidado de no caer en una zanja. Un día se rompe la tubería y una mini Venecia es la estampa romántica de la hecatombe urbanística. Nos mantenemos expectantes ante el avance de las obras, sin saber muy bien en que derivará, un día ponen adoquines y otro los quitan, allí donde había una jardinera ahora hay un banco y yo casi ni reconozco mi propia calle.
A veces creo que están construyendo un minimundo suburbano que nos librará del apocalipsis del 2012. Ya no es por el pequeño comercio al que esta obra destruye de manera vertiginosa, ni siquiera por la cantidad de caídas que se producen al día, Señor Alcalde… ¿Es que Usted no se da cuenta de lo delicado de mis zapatos?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Princesa de un cuento y dueña de un castillo

Rio a menudo, a carcajadas, estrepitosamente hasta que brotan las lágrimas de los ojos y falta la respiración, entonces, un rotundo silencio rompe con aquella algarabía de pseudo – felicidad y me devuelve al lado de esta vida. Rio con fuerza, con ansia y me rio de mi, de mi vida, pero sobre todo rio porque nadie me enseñó a como llorar para olvidar.
Aquí estoy sentada intentando sobrevivir, sin saber muy bien a qué aferrarme o a quién. Prefiero optar por la soledad que me ofrecen los días, retirarme a pensar acurrucadita en una esquina mientras me fumo un cigarro. Así he sido siempre y así soy ahora, como cuando era pequeña, cuando tenia miedo me acurrucaba en una esquina y decidía esperar a que todo pasara. ¡Qué ingenua soy! Aún sigo creyendo que con acurrucarme salvaré al mundo.
Dicen que hay personas insoportables y yo soy una de ellas o quizás fui yo quien eligió, inconscientemente, ese amante bien considerado que nos muestra el gran abismo del silencio. ¿Quién me iba a decir a mí que mi destino era quedarme sola? ¡Vaya un chasco! Yo que me creía princesa de un cuento y reina de un castillo. Desde muy pequeña me enseñaron qué decir, cómo actuar, qué elegir… yo nunca supe escuchar esos consejos. Soy de esas personas que no dan las gracias, que pasan antes de dejar pasar, que prefieren desahogarse con un extraño y evitan relaciones extremadamente íntimas para que no le hagan daño. Soy de esas personas que prefieren sonreír cuando todo les va mal y lo único que he aprendido de todo esto es que las personas que más sonríen son las más tristes.
A mí me gustaría poder llorar, a cada rato, a cada minuto y no puedo.