miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuaderno de bitácora. Segunda semana de rodaje: Aprendiendo a convivir con niños

Tras un primer día de rodaje previsto de todos los imprevistos posibles haces frente a las posteriores grabaciones con reuniones previas que garantizan éxito incluso ante una combustión espontánea del planeta. Y es que tienes en cuenta detalles insignificantes que podrían desembocar en una verdadera hecatombe, como podría ser una pelota de atrezzo o un espontáneo que decide plantarse en tu plano y al que tienes que explicarle en qué consiste un fallo de raccord de la manera más educada posible mientras mentalmente le mandas a la mierda y acabas con su vida. Hay que decir que la segunda semana de rodaje resultó ser un camino de rosas en comparación a nuestra primera toma de contacto, un buen script siempre evita males mayores.

En un rodaje, los sentimientos están a flor de piel y el equipo técnico parece encontrarse en un estado de menstruación perenne con cambios de humor repentinos, susceptibilidad, embriaguez, euforia, ansiedad… Todo un cuadro de labilidad emocional. Siempre lo he achacado al trauma que a muchos les supone madrugar, aunque si traumático es madrugar, más lo es cuando te haces cargo de un rodaje con 50 niños, exactamente 58.

Sin embargo, las tomas se rodaban a 1 de 5 y los niños, de metro y medio quisquillosos y mocosos, parecían convertirse en auténticas estrellas de cine cuando se daba la orden de acción. El problema real en este caso eran los padres, concretamente madres, que intentan venderte a sus hijos, como si fueras el responsable de hacerles saltar a la fama, y descubres la vida de esos niños con actividades extraescolares incluidas. No sabes si sentirte como un mecenas o como un auténtico profesional del gremio con una carrera ya consolidada, pero sea como sea ese nuevo status de superioridad te hace crecerte. Supongo que es similar a cómo se sintió Pedro Almodóvar cuando Angelina Jolie quiso formar parte de su cantera de musas, pero tú no eres Pedro Almodóvar ni esos niños son Angelina Jolie así que tras una píldora más que dorada vuelves a la realidad: tu proyecto y un director de casting que al contacto con los niños parece vivir una segunda infancia, eso sí, con unos kilos de más.

Después de una primera toma de contacto con esos pequeños seres llamados niños una termina por acostumbrarse y descubre con asombro que sigue viva, con un poco de alergia pero viva. Va a resultar que los niños no son tan trastos como los pintan.

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